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Seguramente usted, al igual que yo, se ha encontrado varias veces la noche del 31 de diciembre instantes antes del año nuevo prometiéndose a sí mismo que el próximo año dejará de fumar, bajará esos kilos que tiene de más y comenzará a hacer deporte. Sin embargo, muy probablemente, al día siguiente se encontrará tomándose un café junto a un cigarrillo luego de arrasar con los restos de comida de la fiesta de año nuevo y presto para tomarse una siesta. Ni dejó de fumar, ni se puso a dieta, ni empezó con el deporte. La pregunta natural es por qué decisiones que racionalmente sabemos que son las mejores no las ponemos en práctica. La respuesta la tiene la psicología y la neurociencia. Estas ciencias desde hace décadas han descrito la tensión interna entre la planificación a largo plazo y la satisfacción a corto plazo. Últimamente, los economistas han aplicado estos hallazgos con resultados muy importantes para el campo de las políticas públicas.
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Fuente: Boletín Minero SONAMI -Junio 2018[:]